Un joven perdió la vida dos meses después del incidente; no sabía que su amigo había muerto. Llegaron hasta el lugar citados por una chica; esta semana liberaron a las dos personas que estaban detenidas por el caso.
Cuando Iván Reyes recibió el primer disparo en el
“Puente de los Suspiros”, dio vuelta la moto que conducía y bajó en contramano
por Marco Avellaneda. A pesar de que le pegaron tres balazos más, condujo como
pudo hasta el Centro de Salud y lo primero que pidió es que salvaran a su amigo
Leandro Frías, que venía con él. Lo que Reyes no sabía es que Frías había caído
muerto 50 metros después del ataque. Y nunca lo supo.
El joven de 19 años murió el viernes a las 20.
Después de la autopsia, los familiares lo velaron, lo enterraron y luego, el
domingo, recibieron a LA GACETA en su casa de Villa 9 de Julio en medio de una
tristeza infinita .
“Tenía el estómago abierto; nunca se lo cerraron
después de las operaciones. Al parecer, le fallaron los pulmones. Aunque estaba
grave, se comunicaba. No podía hablar porque estaba entubado, pero escribía en
un papel”, contó su padre, Sandro Reyes.
“Lo único que me dijo de ese día es que llevó a
Leandro hasta ahí porque una chica lo había citado. Cuando llegaron, salieron
dos con armas y empezaron a tirar. A mi hijo le pegaron un balazo en la muñeca,
y tres en la espalda. Le destrozaron el estómago y la columna”, agregó.
La
investigación
Según las pericias, la joven de 15 años que citó a
Frías había tenido una relación con él, pero al momento del ataque estaba de
novia con otro joven, quien sería el autor de los disparos que hirieron a los
dos amigos. Por este caso, hubo dos detenidos: un menor, quien fue alojado en
el Instituto Roca, y Franco Rojas, de 27 años. Ambos fueron liberados. Según el
abogado de Rojas, José María Molina, su defendido no fue el autor de los
disparos. “Habría sido un primo de él. La confusión vino por el tema del
apellido”, dijo. En cuanto a la joven, no fue detenida pero sí llamada a declarar.
Frente al fiscal Arnoldo Suasnábar, contó una versión que no encaja con lo que
le dijo Iván Reyes a su padre. “La idea era aclarar las cosas entre los tres,
pero todo se fue de las manos. Hubo un forcejeo y salieron los disparos”, había
declarado.
Murió sin
saberlo
“Eran muy unidos. Por eso no le dijimos nada de la
muerte de su amigo. Estábamos esperando que se recuperara; no era buena idea
contárselo cuando estaba grave. Pensaba que lo había salvado y que estaba en
otra sala. Siempre creyó que había logrado llevarlo al Centro de Salud”, contó
entre lágrimas Sandro Reyes, quien además explicó que no conoce bien la causa
porque, desde el ataque, se dedicó por completo a acompañar a su hijo en su
momento más difícil.
Luego explicó que está cansado de los prejuicios.
“Se habló mucho porque los chicos eran de Villa 9 de Julio. Se creía que era un
enfrentamiento por drogas y no es así. No tenían nada de eso encima cuando les
revisaron la ropa. Los dos terminaron el secundario y trabajaban. Yo mismo soy
cocinero y trabajé toda mi vida. No todos en el barrio somos iguales”, deslizó,
en relación a la gran cantidad de venta de drogas en el barrio. Para el final,
dejó un deseo: “si no hay Justicia del hombre, que haya Justicia de Dios”.
Amigos y
vecinos
Un poco más de 100 metros por una calle de tierra
separan las casas de los Reyes y de los Frías. Esta última familia recorrió ese
camino porque también tenía algo que decir. Pero antes, sacaron un celular que
tiene la foto de los supuestos asesinos de sus hijos. Se la mostraron a Sandro
Reyes. El hombre recibió el teléfono notablemente conmovido, pero no dijo nada.
“Tenían una vida por delante maravillosa estos
chicos y los mataron menores, que ahora están libres amparados por la ley. Todo
queda en la nada. Nunca hemos sido escuchados”, explicó la madre de Frías,
Josefa Maniscalco, mientras decenas de personas se acercaban con carteles de
pedido de justicia. Los mismos que, prometieron, llevarán esta semana a
Tribunales.
“Ese día nos van a decir que están trabajando, pero dejaron libres a los asesinos y somos nosotros los que ahora tenemos que refugiarnos por miedo. No saben lo que es el calvario de esperar que mi hijo entre por la puerta o se levante de su cama. Siento que estamos abandonados por la Justicia porque somos pobres”, agregó.
Fuente: http://m.lagaceta.com.ar/nota/683136/policiales/murio-creyendo-lo-habia-salvado.html