Con acceso limitado a los campos agrícolas, la ganadería se enfrenta al desafío de generar forrajes en superficies de baja calidad.
La ganadería en la Argentina se enfrenta al desafío
de desarrollarse en suelos de bajo potencial de producción y calidad de
forrajes con una distribución estacional, debido a que los campos de mayor
potencial productivo están ocupados por la agricultura. En este contexto,
técnicos del INTA explicarán en las XXIV Jornadas ganaderas de Pergamino –que
se extienden hasta hoy 30 de junio–, cómo implantar pasturas y aumentar la
producción de forraje con un mayor valor alimenticio en los suelos bajos.
De acuerdo con Jonatan Camarasa, técnico del INTA
Pergamino –Buenos Aires–, “la siembra de pasturas en los suelos ganaderos debe
estar enmarcada en la planificación de la oferta forrajera del
establecimiento”. Este tema, sumado a la reflexión de lo que se viene y cuál es
la propuesta del instituto para la nueva etapa, será analizado en una charla de
la que participarán autoridades del sector, junto con Ricardo Buryaile,
ministro de Agroindustria de la Nación, y Amadeo Nicora, presidente del INTA.
Evaluar en cada lote la composición del recurso
forrajero –pastizales naturales o pasturas degradadas– y la condición de las
especies que lo integran será fundamental para saber si es o no necesario su
reemplazo. “Por lo general, suelen estar compuestos por especies de baja
productividad o valor forrajero, como el gramón, el pelo de chancho o los
espartillos y malezas de hoja ancha”, detalló Camarasa.
En esta línea, destacó que se debe tener en cuenta
que, si las características del suelo lo permiten, es conveniente realizar
previamente uno o dos cultivos anuales para otorgarle a la pastura las mejores
condiciones para su implantación. Y aseguró: “Los mejores antecesores para
pasturas en base gramíneas son soja, moha o girasol, si el suelo lo permite”.
En el caso de que el suelo no permita un cultivo
agrícola, Camarasa aconsejó “comenzar a preparar el lote en la primavera del
año anterior a la siembra, con un adecuado control de malezas y evitando
eliminar la cobertura vegetal del suelo”.
A su vez, subrayó la influencia de ciertos factores
físicos y biológicos en la germinación y el crecimiento de las especies
forrajeras como ser características del suelo y del clima, de las condiciones
físicas de la cama de siembra y tipo de siembra, como así también de la calidad
de la semilla.
Camarasa destacó la importancia de definir el lote
en el que se implantarán las pasturas y conocer los tipos de suelos, identificarlos
y sectorizarlos para tratarlos de manera independiente. A tal fin recomendó
utilizar las cartas de suelo, las imágenes satelitales, los análisis químicos
y, de ser necesario, físicos de los suelos.
En referencia a las especies templadas más usadas
en suelos no agrícolas, el técnico del INTA detalló: para Buenos Aires, las
gramíneas como festuca alta y agropiro alargado; y las leguminosas como trébol
blanco, los lotus tenuis y corniculado y el trébol de olor. Como una
alternativa están las megatérmicas: grama Rhodes y mijo perenne.
Asimismo, en cuanto a las semillas, aconsejó
realizar un análisis para conocer el poder germinativo (PG), la pureza (Pu) y
el peso de mil semillas (P1000). Estas variables permitirán definir la densidad
de siembra, en la medida que cumplan con los estándares que exige el INASE para
la categoría de la semilla a sembrar.
Para su siembra, Camarasa indicó el sistema de
siembra directa, aunque, en circunstancias de suelos desparejos por pisoteo en
condiciones de alta humedad o por corridas de agua, se puede recurrir a laboreo
mínimo, normalmente con rastra de disco para hacer posible la siembra de las
pasturas.
En referencia a la profundidad de la siembra,
Camarasa lo consideró “un aspecto muy importante para el nacimiento de las
plántulas de estas especies, por lo que debe ser entre 0,5 y 1,5 centímetros”.
Y agregó: “Las pasturas base gramíneas para suelos
ganaderos deben lograr la mayor cobertura del suelo en el menor tiempo posible.
Para ello, será necesario sembrar con hileras de entre 17,5 y 20 centímetros
por el diseño de las sembradoras. Las leguminosas se siembran en la misma línea
de siembra de la gramínea o en siembras cruzadas”.
En cuanto a la época más favorable para la
implantación de las especies templadas, el especialista ponderó las ventajas de
las siembras tempranas de otoño. Es que la semilla germina más rápido y en un
intervalo de tiempo más corto, con menor riesgo de ataque de insectos y hongos
del suelo.
“Además, se logra una mejor estructura de la pastura,
se anticipa el aprovechamiento y se logra un mayor desarrollo radicular”,
explicó el técnico de Pergamino.
La ganadería
tiene su jornada
Con sede en la Sociedad Rural de Pergamino –Buenos
Aires– comienzan hoy las XXIV jornadas ganaderas, que se realizan hasta mañana
30 de junio. Del encuentro, participan especialistas del INTA con las novedades
técnicas para el sector.
Entre las disertaciones se destaca una charla
dedicada a las propuestas del INTA para la nueva etapa. Se trata de un mano a
mano con las autoridades del sector, de la que participarán Ricardo Buryaile,
ministro de Agroindustria de la Nación, y Amadeo Nicora, presidente del INTA.
Asimismo, técnicos del INTA abordarán temáticas referidas al sector como la producción de pasto en bajos alcalinos con prácticas simples; identificación de pérdidas evitables en cada etapa del ciclo de la cría; cómo bajar costos operativos con tolvas de autoconsumo en recría y en engorde.
Fuente: http://mobile.infocampo.com.ar/#/n/80540