Mantener un caballo demanda tiempo, dedicación y presupuesto mensual de alrededor de $ 1.000. La historia de Gaspar, de Tafí Viejo.
Gaspar se
levanta temprano. Antes de desayunar, todos los días, hace una caminata de 30
minutos en círculos: primero, 15 minutos de un lado y después otros 15 minutos
para el otro lado. Al final de la caminata recibe una ducha de agua refrescante
que suena más bien como a una sesión de masajes para reponer energías y así
empezar a encarar el día. Una vez que termina la ducha, le sirven el desayuno
completo: primero una porción generosa de maíz y luego otra igual de alfalfa,
uno de los alimentos preferidos de los caballos. En total, suele comer entre
seis y ocho kilogramos de alimentos (entre maíz y alfalfa). Pero esta dosis puede
variar de acuerdo con el estado fisiológico en que se encuentre el caballo
(nivel de entrenamiento, preñez, lactancia, entre otros). Después se lo deja
libre en el corral para que haga lo que quiera. A la tarde, otra vez la comida
(primero el grano y luego el alfa), una ducha y libertad de movimiento dentro
del corral.
Criar y
mantener un caballo implica un presupuesto. Solo en alimentos es posible gastar
más de $ 1.000 por mes. Pero lo más importante es la dedicación de tiempo y
esfuerzo, porque se lo trata como a un integrante más de la familia. Así ocurre
en el caso de la familia Sorane, que vive en Tafí Viejo, donde organizó un
espacio propio para sus caballos. Gaspar es un caballo peruano de paso y tiene
cuatro años. Nació el 6 de enero de 2012; por eso su nombre hace referencia a
uno de los Reyes Magos. “Cuando el parto viene bien, uno no puede ver el
nacimiento, porque la cría nace a la madrugada: entre las 2 y las 5 de la
mañana”, explicó Fabián Sorane, un vecino taficeño experimentado en caballos.
Se levantaron
al amanecer de aquel 6 de enero y Gaspar ya estaba mamando con el entusiasmo
propio de un recién nacido. “Con mi hijo fuimos a ver la yegua y ya nos dimos
con la cría”, recordó Fabián, mientras preparaba al equino para la exposición
en el Festival del Caballo, en Trancas.
La madre de
Gaspar se llama Mora (por el color de su pelaje). Ella vive en la ciudad de
Juan Bautista Alberdi y se dedica a desfilar, según contó el propio Sorane. El
padre de Gaspar se llama Relincho, es un caballo nacido en la provincia de San
Juan y que resultó ganador en la Expo 2011.
Como ocurre
con algunos niños, a veces cuesta que dejen la teta de la madre. Generalmente
al primer año de vida, el potrillo es separado de la yegua para que se termine
la etapa de lactancia. “En el campo, algunos caballos tienen dos años y siguen
siendo amamantados, pero igual la leche ya no es la misma a esa altura”, dijo.
Los primeros
meses de vida son los que requieren mayor atención entre vacunas y complementos
vitamínicos. El caballo peruano de paso es una raza oriunda del Perú,
descendiente de los caballos introducidos durante la conquista y los primeros
tiempos de la colonia.
Gaspar tiene
un cuerpo compacto y musculoso, es un equino ancho con extremidades alargadas y
fuertes. La cabeza es plana y tiene ojos brillantes y expresivos. Adriana de
Sorane, esposa de Fabián, cuida el corral dentro del predio en Trancas. “Mi
hijo es el chalán de Gaspar”, explicó. Chalán se le llama al jinete, a la
persona que logra domar al caballo y que se ocupa de todos sus quehaceres. “Yo
vengo a ser la abuela”, dijo sonriente, mientras le limpiaba la nariz al
equino.
La familia
Sorane tiene seis caballos en total. Hace un tiempo le robaron uno. “Eso se
transforma en un drama, mi esposa y toda la familia estaba movilizada para
recorrer la zona; ahí te das cuenta de lo que significa el caballo para la
familia; y mi hijo, por otro lado, buscando y llorando. Es una parte de la
familia”, resaltó Fabián Sorane.
La vida de un
caballo depende mucho del cuidado que recibe. Hay ejemplares que viven hasta
los 35 o 40 años. Gaspar tiene un hermano mayor que le lleva un año. Se llama
Manuelito, en homenaje a Manuel Belgrano, porque nació un 24 de septiembre.
“Cada uno tiene su cama, con piso de viruta para evitar que la humedad o el
polvillo dañe el olfato del animal, y para el invierno, si hace mucho frío,
tienen su propia manta”, precisó.
En los
concursos de caballo peruano de paso, la premiación son distinciones o
menciones. “Aquí no hay plata de por medio, uno lo hace por hobbie, pero cuando
el caballo está por pasar frente al jurado, lo vivimos como si fuese un hijo
que pasa a la bandera, porque uno lo ha criado y lo ha atendido desde que ha
sido engendrado”, destacó.
Elegantes, dóciles y fáciles de montar
El caballo
peruano de paso es un animal muy dócil. Lo bueno es que uno puede montarlo
fácilmente porque es un caballo de silla. Tiene un andar suave. La
característica fundamental reside en la mecánica del movimiento o aire al
andar, al que se denomina “pasollano”, que lo hace único en su tipo por la
suavidad con que transporta al jinete. En esta raza, se trata de animales longevos,
elegantes y mansos.
Fuente: http://www.lagaceta.com.ar/nota/702788/sociedad/para-criadores-caballo-se-convierten-integrante-mas-familia.html