Varias empresas tecnológicas desarrollan aplicaciones educativas para chicos con discapacidad intelectual. Apuntan al aprendizaje formal e informal. Casos y beneficios a futuro.
Vivimos un
momento en el que la tecnología es parte de nuestras vidas, bajamos apps para
buscar lugares de interés, para comprar o simplemente para poder organizarnos
en nuestro quehacer. También estamos atentos a la evolución del internet de las
cosas y el uso de los wearables para facilitar nuestra vida. Pero también la
tecnología tiene otra cara, una más social en donde aprovecha su espíritu
colaborativo para fomentar la inclusión y en ese camino existen distintos
programas; algunos buscan fomentar la educación de los chicos con discapacidad,
otros integrar a la sociedad jóvenes en situación de vulnerabilidad.
"Nuestro
objetivo es poder aplicar la tecnología para mejorar la vida de las
personas", sentencia Pablo Fiuza, coordinador de la Comisión de Inclusión
de CESSI quien además lidera el proyecto DANE que se basa en el desarrollo de
aplicaciones diseñadas para el aprendizaje de niños y jóvenes con discapacidad
intelectual.
"La
tecnología, bien utilizada, es una herramienta inclusiva. Si cuando uno diseña
una aplicación lo hace contemplando el mundo de la discapacidad, y no solamente
la 'norma', es una suma en donde todos ganan", comenta sobre el proyecto
que nació en 2012 y que está conformado por profesionales de empresas de
tecnología, software, ONG enfocadas en discapacidad, docentes y universidades.
Estas apps
están diseñadas para colaborar con la educación formal e informal de chicos con
diferentes tipos de discapacidades. Si bien comenzaron a trabajar con chicos
con Síndrome de Down, en la actualidad también las utilizan niños y adultos con
autismo, TGD, afasia, sordomudos y con discapacidades motrices, entre otros. Y
están diseñadas para desarrollar diferentes habilidades cognitivas como las
funciones ejecutivas, memoria, atención, lenguaje, lectura y escritura,
orientación espacio temporal y psicomotricidad (ver recuadro). "Primero
nos costó, porque las gente de las empresas que no conocían nada sobre discapacidad
y las ONG nada de tecnología, pero ahora pudimos integrar los dos mundos",
explica Fiuza.
Marcelo
Varela, vicepresidente de ASDRA, advierte que "la educación sigue siendo
con papel y lápiz y las personas con síndrome de Down necesitan que haya
ciertas tipificaciones para enseñarles". "Las apps generan que los
chicos puedan aprender de manera dinámica ya que están jugando y aprendiendo al
mismo tiempo". Además reafirma que este tipo de aplicaciones no se agotan
en la educación formal. "También les enseñan sobre cómo tomar un
colectivo, a entender los semáforos, a contar dinero, cosas que a veces no se
enseñan en el colegio", apunta. Se refiere a dos app, una que les enseña a
ir al supermercado, realizar la lista y llevar las cuentas. Otra, que aún está
en desarrollo, ayuda a manejar el dinero, a realizar compras y calcular el
vuelto.
Según una
encuesta entre los beneficiarios de este tipo de herramientas, más del 50%
considera más valiosas las apps que aportan enseñanzas para la vida diaria. Por
eso Fiuza reconoce que están "apuntando fuertemente a temas sobre habilidades
de la vida diaria".
Dominque
Kantor, que tiene Síndrome de Down y forma parte de ASDRA, habla sobre la
importancia y el impacto que representan las herramientas tecnológicas en su
vida. "Nos ayuda a movernos por la calle, a saber cómo se usa el dinero y
a hacer una lista personalizada para el supermercado", enumera. Y le hace
un pedido de los programadores: "Sigan haciendo más aplicaciones para que
podamos crecer mentalmente y como personas. Esta bueno que nos incluyan en la
sociedad con este tipo de aplicaciones", finaliza.
ROL DE LAS EMPRESAS
En este tipo
de proyecto el rol del empresariado es fundamental. Ya sea con donaciones de
tablets o gabinetes de computación como en el desarrollo de los programas. Los
profesionales que realizan estas iniciativas lo hacen como parte de su
voluntariado corporativo. Sin embargo, el coordinar de DANE asegura que el
compromiso de los voluntarios "va más allá en la actividad que promueva la
compañía, es un involucramiento a título personal". Y revela que muchos de
los colaboradores que pasan a otras empresas mantienen el vínculo con el
proyecto
Otra manera de
incluir es la que lleva adelante el Proyecto Nahual, una iniciativa que busca
disminuir la brecha digital enseñando a programar y testear en barrios
vulnerables. Se trata de un curso corto de rápida salida laboral e incluye una
pasantía rentada de tres meses. "Es que sabemos que el que entra al mundo
de sistemas no sale más", dice Fernando Wainsman, su creador. La apuesta
se redobla y en los últimos meses comenzaron a capacitar a chicos con Asperger.
"Es un desafío enorme, los chicos son una luz. Damos el curso más rápido
de lo que fue programado y son superdetallistas algo que para el testing es excelente",
cierra Wainsman.
En un formato
similar, pero con una escala mayor, el Grupo Telecom junto a una ONG y el
Gobierno de Santa Fe llevan adelante un programa para la empleabilidad en
oficios digitales. Capacitan a jóvenes en testing, gestión de redes sociales,
moderación de contenidos y data entre otros.
La idea de
este tipo de acciones es que se repliquen y muchas tecnológicas dediquen parte
de su tiempo a aplicaciones para incluir. Desde CESSI aseguran que trabajan
para federalizar el programa y lograr implementarlo en las currículas
escolares. "Sería muy interesante llegar masivamente porque esto
claramente ayuda", concluye Fiuza.
Fuente: http://www.ambito.com/860934-la-tecnologia-como-herramienta-de-cambio-e-inclusion