A pesar de que los argentinos son conocidos por su creatividad, el ecosistema no se potenciaba en escala, hasta ahora. La flamante ley de emprendedores apunta a cambiar ese panorama. Cuáles son los principales retos que enfrenta y cómo los resolvieron otras economía.
Una buena idea es sólo el comienzo. Para lanzar un emprendimiento
tecnológico, hace falta bastante más que la innovación original; ese primer
ladrillo sin el cual nada puede comenzar a construirse. Infraestructura
adecuada, recursos humanos a la altura, una regulación que sea amistosa con un
ecosistema emprendedor y una buena cultura enfocada en lo digital son los
puntapiés para pegar el gran salto. Así, por lo menos, lo estima un informe de
la consultora EY — “Disrupting the Disruptors”, es su título en inglés— que
entrevistó a jóvenes emprendedores de los países que integran el G20 para
determinar qué economías son más fértiles para la aparición de startups.
Canadá, los Estados Unidos y Japón ocupan las mejores posiciones. Para la
Argentina, todavía, las noticias no son tan felices: aparece en el puesto 20
del informe (el último relevado) tanto en el acceso a financiación como en el
ambiente de negocios digitales (es decir, todo lo que se refiere a regulaciones
e impuestos). En lo que es cultura emprendedora y nivel de educación, los
números mejoran pero no demasiado: el país ocupa los puestos 16 y 14,
respectivamente. A pesar de contener a los únicos unicornios de América latina
—y que todos sean tecnológicos— la Argentina todavía adolece en casi todas las
áreas de importancia. ¿Qué se necesita para pegar el estirón y llegar a las
grandes ligas?
Inversiones, se buscan
Es común escuchar, en las historias de éxito locales, que
los primeros aportes de casi cualquier startup vinieron de ese grupo que se
conoce como “Friends and Family”. O que, incluso, losfundador estuvieron que
aportar fondos propios, manteniendo un trabajo estable mientras se daban los
primeros pasos del proyecto. “La falta de financiamiento genuino es uno de los
mayores problemas de nuestros entrepreneurs”, afirma Carlos Pallotti,
subsecretario de Servicios Tecnológicos y Productivos del Ministerio de
Producción de la Nación. “Hoy, no es fácil acceder a financiamiento porque, en
general, no existen fondos de capital semilla, es decir, el financiamiento
inicial para la creación de una microempresa o para permitir el despegue o
consolidación de una actividad empresarial existente”, enfatiza Guibert
Englebienne, Chief Technology Officer (CTO) de Globant y Chairman de Endeavor
Argentina, una organización que está presente en más de 20 países y apoya a más
de mil emprendedores en el mundo.
“La Argentina está muy bien posicionada porque tiene un
ecosistema emprendedor vibrante, por eso soy optimista”, opina. En este
sentido, Pallotti cree que la Ley de Emprendedores —que se promulgó
recientemente—, mejorará el acceso al capital ya que, justamente, uno de los
puntos que propone es que existan líneas de financiación para emprendedores y
préstamos para que éstos puedan pagar sueldos. Sin embargo, Englebienne cree
que si bien esta iniciativa tiene puntos muy interesantes, está más focalizada
en el momento de creación de la empresa, “con lo cual habría que pensar en
otras normas que ayuden a los emprendimientos que están en otros estadios”,
apunta.
Conectividad y acceso
Pero no todo es dinero. La infraestructura adecuada es otro gran limitante: el ancho de banda —y el precio al cual éste se ofrece— es una cuestión importante para todos los usuarios, incluyendo a los emprendedores. Consultado sobre el tema, Ezequiel Escobar, que es el CEO de uSound, un emprendimiento surgido en Jujuy, cuenta que para él esta cuestión es crítica. Si bien, en su provincia, la calidad de la conexión a Internet no es la misma que la que existe en Buenos Aires, cuenta que mejoró durante los últimos tiempos, algo que repercute directamente en las operaciones de su negocio, que se basa en una App para pacientes hipoacúsicos, y por el cual fue distinguido hace pocos meses como “Emprendedor del Año Argentina-Estados Unidos”, una iniciativa que busca apoyar el emprendedorismo local, impulsada por ex Embajador de Estados Unidos en Argentina, Noah Mamet. “De todos los condicionantes que existen para que la Argentina despegue, éste es el ítem menos relevante porque se resuelve con dinero, y la tendencia es que en todo el mundo se está invirtiendo para disminuir la brecha digital. Más que la conectividad en sí misma, lo importante es qué se hace con ella a nivel productivo y de formación. Mejorar la infraestructura permitiría que personas que venden en su zona puedan utilizar más el e-Commerce”, dice Pallotti.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(CEPAL) reportó que, en 2016, se redujo la brecha entre los países de la región
y los miembros de la OCDE, pero, “a pesar de los avances, persisten
problemas relacionados con la calidad
de la conexión y la equidad en el acceso a Internet, según la ubicación
geográfica y la situación socioeconómica de la población”, reza el informe.
Marcelo Di Chena, fundador y gerente General de MasterSoft, una firma que
desarrolla software de gestión para empresas, advierte que otra variable es el
precio de los productos tecnológicos, ya que el país es uno de los más caros de
la región: “Se deberían eliminar ciertos impuestos a los equipamientos para
empresas de base tecnológica”. Cabe recordar, que justamente a partir del 31 de
marzo se eliminan los aranceles que se pagan para importar computadoras para
abaratarlas. Escobar agrega que, dada la extensión del país, a veces tiene que
esperar varios días para que los insumos que, sólo se consiguen en Buenos
Aires, lleguen hasta Jujuy. En resumen, las cuestiones logísticas también
afectan al emprendedorismo en el interior, algo que no ocurre en países más
extensos, como los Estados Unidos o Canadá.
Revisión educativa
Una tercera condición sine qua non pasa por la educación.
Los entrevistados explican que el sistema educativo nacional necesita una
revisión integral en ese sentido. Un freno histórico para impulsar la cultura
emprendedora es que las escuelas técnicas del país si bien tenían un rol muy
importante porque entregaban a los alumnos herramientas concretas para la
instancia laboral, casi han desaparecido, y las universidades no preparan a los
alumnos para enfrentar cuestiones vinculadas a emprender, excepto a través de
actividades aisladas como la iniciativa “Emprending” de la Universidad de
Buenos Aires (UBA). Como solución, desde hace poco tiempo, están apareciendo
actividades para educativas e instituciones no oficiales. “Los padres deben
animar a sus hijos a que emprendan, aunque quizás fracasen, en vez de
incentivarlos a que sean empleados. Claro que, para esto, es crucial que en el
país haya estabilidad económica”, aclara Sebastián Stranieri, socio fundador de
la Asociación de Emprendedores de Argentina (ASEA). Englebienne concuerda. Nota
que hay que invertir en que los chicos descubran su vocación antes de que
elijan su profesión, porque muchas veces se inscriben en carreras sin contar
con información al respecto.
“Muchos saben que quieren ir a la Universidad pero sólo 20
por ciento tiene definida la carrera a seguir”, recuerda. “Seguimos formando
abogados contadores y otras carreras en forma masiva, y no se fomenta lo
suficiente la formación en Ciencias desde la temprana edad. Si queremos lograr
un cambio, necesitamos duplicar o triplicar la formación de ingenieros y
especialistas”, agrega Di Chenna. La mejor manera de generar emprendedores es
formando individuos con capacidades para el autoaprendizaje, el uso de las
tecnologías con propósitos de investigación y el juicio crítico. Como medida
inmediata para generar un cambio en este aspecto, se lanzó en 2016 el plan 111
mil, liderado por Pallotti. “Inversores del exterior me consultan por esta
iniciativa, porque para que surjan emprendimientos hacen falta, luego, estos
talentos, que serán los empleados de las startups”, cuenta.
El funcionario destaca que en este plan participan jóvenes
que no tienen la posibilidad de formarse en universidades y que quieren tener
un empleo de mejor calidad. A lo que Di Chena adhiere: “Todas las empresas y
emprendimientos tecnológicos que conozco no han crecido más por la
imposibilidad de sumar más recursos humanos para emprender o crecer. Por eso,
este tipo de acciones son positivas”.
Cultura emprendedora
Sin sorpresas, es en esta categoría en la que Argentina
realmente se destaca. “Aunque el emprendedorismo no se fomenta en los colegios,
está en nuestro ADN. De hecho, nueve de cada 10 personas con las que hablo
tienen una idea de negocio”, dice Stranieri. Sin embargo, a veces no resulta
tan fácil emprender en un país en donde los vaivenes de la economía no se
detienen. Pallotti y Di Chena ven las dos caras de esta moneda. Para el
primero, “muchas veces es más seguro tener un trabajo estable que arriesgarse a
montar un negocio propio. De todos modos, culturalmente estamos bien parados.
No en vano la mayoría de los unicornios latinoamericanos son argentinos a pesar
de las regulaciones, los problemas de financiación y la burocracia vigente para
abrir nuevos negocios”.
Un ejemplo: abrir una nueva sociedad y empezar a pagar
impuestos lleva seis horas en Chile, mientras que en la Argentina el mismo
trámite puede demorar varios meses, algo que debería resolverse una vez que
esté vigente la Ley de Emprendedores. “Uno de los aspectos más valiosos que
tenemos los argentinos es la velocidad para adaptarnos a los cambios como
consecuencia del funcionamiento del entorno local, y eso nos hace diferentes.
Por otra parte, generar un emprendimiento requiere de pericia técnica, visión
de negocios y management. En general nuestros emprendedores tienen menor visión
de negocios que los de otras regiones, y esto está relacionado con una falta de
visión estratégica de país”, argumenta Di Chena. La regulación es, para
Englebienne, uno de los puntos más cruciales: “El año pasado, tuvimos una
crisis en el sector de transporte por el desembarco de Uber, y la verdad es que
a todas las industrias les va a llegar su Uber. Por eso, tenemos que aggionar
el sistema regulatorio para que las firmas ya establecidas compitan con las
nuevas”.
Ecosistema y centros de base tecnológica
Más allá de los países involucrados en el informe de EY,
regionalmente la Argentina se encuentra en el tercer puesto junto con México,
sólo superada por Brasil y Chile. “De hecho, la Asociación de Emprendedores de
Chile (ASECH), cuenta con 22.000 emprendedores, por eso una de las claves es
que proliferen más incubadoras y aceleradoras”, indica. Aunque, en Buenos
Aires, hay varios centros de este tipo, en el resto del país la situación no es
la misma. “Cuando comencé con mi emprendimiento, hace unos tres años, no sabía
que existían estas organizaciones, ni que había comunidades de emprendedores ni
cómo obtener inversiones”, recuerda Escobar.
Por suerte, eso está cambiando. De hecho, en los últimos
meses han surgido incubadoras en distintos puntos del país. Por caso, hay un
nuevo centro en Palpalá, Jujuy. Otros ejemplos: en diciembre último, el Centro
de Innovación Tecnológica, Empresarial y Social (CITES) y Fundación INVAP
firmaron un acuerdo para desarrollar, en Bariloche, acciones de colaboración
recíproca en la promoción y ejecución de tareas de creación de nuevas empresas
de base científico-tecnológicas y en el desarrollo de vehículos de inversión de
capital emprendedor para desarrollar, en la zona, un ecosistema emprendedor de
alta tecnología. En abril de ese mismo año, se inauguró en Tucumán la
incubadora más grande para emprendedores de Tecnología del Norte Argentino,
impulsado por la Asociación Empresas Tucumanas de TI (AETTI).
Con respecto a los polos y clusters, los mismos empezaron a
proliferar en el país tras la crisis de 2001, impulsados, entre otros factores
por la Ley 25.922 de Promoción de la Industria del Software. Así es como
paulatinamente fueron apareciendo en distintas latitudes del país como Córdoba,
Rosario, La Plata, San Luis, Bahía Blanca, Neuquén, Mar del Plata y Tandil,
entre otros. Di Chena, que también es vicepresidente del Polo IT de Buenos
Aires, ejemplifica. “Nosotros apuntamos a la vinculación entre empresas,
gobierno y universidad mediante diversas acciones que también impactan en los
emprendedores, ya que tenemos actividades de capacitación, incubación y de
vinculación entre ellos con empresas más maduras que forman parte del Polo”,
comenta.
A todo esto, el ejecutivo destaca que, “si bien existen
programas de apoyo a nuevos emprendedores, no hay muchas veces acciones
específicas para fomentar el espíritu emprendedor de las empresas que están en
funcionamiento”. Evidentemente, la Argentina tiene un largo camino por recorrer
para mejorar su posición como meca del emprendedorismo a escala mundial. La
clave es que se trate de un tema de Estado y no de implementar medidas
aisladas.
Fuente: AT