La conferencia sobre
el clima COP21 se abrió este lunes en París en presencia de unos 150 jefes de
Estado y de gobierno con un enérgico llamado a negociar un acuerdo global
contra el cambio climático que preserve la vida de las generaciones futuras en
el planeta.
"Nunca estuvo en juego algo tan importante en
una reunión internacional -dijo el presidente francés François Hollande al
abrir la conferencia- "porque se trata del futuro del planeta, del futuro
de la vida".
La COP21 se desarrolla en el parque de
exposiciones aeronáuticas de Le Bourget, en el norte de París, donde los
organizadores montaron una pequeña "ciudad verde" de 18 hectáreas
convertida en un búnker por las estrictas medidas de seguridad adoptadas tras
los atentados yihadistas que dejaron 130 muertos en París el 13 de noviembre.
En ese contexto cargado de dramatismo, más de 150
jefes de Estado y de Gobierno, entre ellos Barack
Obama (Estados
Unidos), Xi
Jinping (China), Dilma
Rousseff (Brasil)
y Rafael
Correa (Ecuador),
manifestaron en sus discursos un mensaje de unidad, a la vez a favor de la
protección ambiental y contra el terrorismo. Por la Argentina está el
vicepresidente, Amado Boudou.
"No opongo la lucha contra el terrorismo a la
lucha contra el cambio climático", dijo Hollande. "Son dos desafíos
que debemos asumir", lanzó.
Los líderes guardaron un minuto de silencio en
recuerdo de las víctimas de los atentados y posaron para una foto colectiva
antes de tomar la palabra individualmente en discursos limitados a tres
minutos, interrumpidos por una pausa al mediodía para un almuerzo
"bio".
El motivo conductor fue la urgencia climática.
"Tenemos el poder de cambiar el futuro aquí y ahora, pero sólo si nos
ponemos a la altura del acontecimiento", advirtió Obama.
El evento estuvo precedido el fin de semana por
movilizaciones en los cinco continentes, que reclamaron un acuerdo capaz de
frenar el calentamiento global.
La COP21, que reúne a 195 países hasta el 11 de
diciembre, buscará limitar a un máximo de 2º C el calentamiento del planeta con
relación a la media de la era preindustrial en el siglo XIX.
Por encima de ese límite, la Tierra sufrirá
consecuencias catastróficas que volverían inhabitable muchas regiones de un
mundo superpoblado: ciclones, sequías, subida del nivel de los océanos, caída
de rendimientos agrícolas, extinción de especies.
Según Hollande, la COP 21 deberá "definir una
trayectoria creíble capaz de contener el calentamiento por debajo de los 2 ºC,
o incluso si es posible de 1,5 ºC", y establecer un mecanismo de
evaluación regular.
La idea de reunir a los mandatarios al principio
dio un impulso político a las negociaciones de la COP21 que se reanudarán a
partir del martes a nivel de expertos, antes de la recta final ministerial de
la última semana destinada a concretar el acuerdo global.
El secretario general de la ONU, Ban
Ki-Moon, pidió a las delegaciones "escoger el camino
del compromiso y si es necesario de la flexibilidad".
La toma de conciencia de la amenaza y un contexto
político considerado más favorable que hace seis años genera cierto optimismo
sobre la posibilidad de evitar el fracaso de la conferencia de Copenhague en
2009.
Varios expertos de ONG ambientalistas se mostraron
más bien satisfechos por el arranque de la COP21.
"Soy optimista porque el impulso político
está", comentó François Juilliard, director de Greenpeace Francia.
"Hay una dinámica más bien positiva", dijo Romain Benicchio, de
Oxfam, aunque apuntó: "nadie sobrepasó sus líneas rojas". Celia
Gautier, de Climate Action Network, opinó que "todo está abierto, todo es
posible: lo mejor y lo peor".
De momento, 183 países de 195 presentaron sus
INDCs, los compromisos nacionales de reducción de emisiones de gases de efecto
invernadero responsables del cambio climático.
Los que no presentaron aún compromisos son apenas
un puñado de países, entre ellos Libia, Corea del Norte, Venezuela,
Uzbequistán, Nepal, Panamá y Nicaragua, según el sitio web de la ONU. El
presidente Nicolás Maduro, anunciado hasta último momento en la lista de
oradores de la cumbre, no se presentó.
Contrariamente a lo ocurrido en la capital danesa,
China y Estados Unidos -los dos principales emisores de gases de efecto
invernadero- pujan esta vez por un acuerdo.
El presidente chino, Xi Jinping, llamó a los
países desarrollados a estar "a la altura de sus compromisos"
financieros al suministrar 100.000 millones de dólares para 2020 destinados a
financiar proyectos climáticos en el Sur e incrementar su ayuda pasada esa
fecha.
En sentido contrario a un acuerdo pesan, sin
embargo, las divergencias de intereses de países industrializados, economías
emergentes y naciones más pobres, potencias petroleras o Estados insulares del
Pacífico amenazados de desaparición.
Los discursos del lunes confirmaron la variedad de
enfoques entre el mundo desarrollado y los países en desarrollo.
La chilena Michelle Bachelet defendió la idea de
"justicia ambiental" y el ecuatoriano Rafael Correa, tras proclamar
que "el planeta ya no aguanta más" propuso crear una "corte
internacional de justicia ambiental", para sancionar los
"atentados" contra la naturaleza.
"Si continuamos con el camino trazado por el
capitalismo, estamos condenados a desaparecer", declaró por su parte el
boliviano Evo Morales.
Enrique Peña Nieto opinó en cambio que es posible
crecer económicamente y cuidar el medioambiente.
Dilma Rousseff recordó que Brasil está golpeado al
mismo tiempo por el calentamiento global, el fenómeno climático El Niño y por
una de las mayores catástrofes ecológicas de su historia tras la ruptura de un
embalse.
Fuente: http://www.ambito.com/noticia.asp?id=818001