El presidente del Banco Nación se quejó de la demora de los
intermediarios cuando se da un crédito hipotecario. Los cambios que alterarán a
la actividad
“Contratar a un
escribano es del siglo pasado. Las propiedades deberían estar en un Catastro
digital, en un registro, donde se pueda ver todo y se agilicen los trámites, y
se cobren honorarios sensatos”.
Con estas palabras, el presidente del Banco Nación, Javier
González Fraga, manifestó a el hartazgo que cierta burocracia atada al mundo
inmobiliario hace que se demoren trámites fundamentales para la vida de
cualquier ciudadano: acceder a un préstamo rápidamente para convertirse en
propietario de una vez.
Unos minutos antes de esta declaración, el funcionario había
manifestado ante un auditorio compuesto por unas 400 personas vinculadas al
mercado del real estate que “de los 100 a 120 días que demora el otorgamiento
de un crédito hipotecario, 55 se los llevan los tasadores, las escribanías. No
veo el momento de tener un Catastro en la nube para que todo sea más rápido”.
A tal punto fue el fastidio manifestado por González Fraga
que fue más lejos y dijo que hasta habría que sacar las tasaciones –y, con
ello, a los tasadores- de encima. En otras palabras, a todos los
intermediarios, todavía actores excluyentes para que puedan cerrarse las
actividades inmobiliarias porque así está regulado.
Mientras el sector privado analiza en qué consiste la
transformación digital y algunas empresas se atreven a pensar las actividades
de una manera distinta, en otros espacios se aferran a disposiciones del
pasado, y anulan toda chance de cambio.
Y en tiempos donde cada vez más actividades cotidianas se
pasan al mundo digital, como hacer una transferencia bancaria, pagar un
impuesto o un servicio, o tramitar un certificado de buena conducta, que haya
que depender de una persona para que convierta en público un documento privado
con una firma y un costo siempre oneroso para quien lo paga, suena medieval.
Tanto, como el origen de la actividad misma.
La manifestación tan contundente del presidente del Banco
Nación es compartida por cualquier argentino que haya tenido que depender de
manera excluyente de un escribano. Porque se depende de alguien que atiende con
tiempos muy distintos a los 24 x 7 de la era digital. No es que deban
extenderse por encima de las 8 horas contempladas por el derecho laboral, pero
tampoco reducirse a cuatro o cinco, según el caso de que se trate.
“Hay países donde esta figura ya no existe más. Pero estamos
lejos de avanzar con algo que suponga su eliminación”, admitió González Fraga,
no sin resignación. Porque ¿quién debería impulsar un catastro digital que
permita, por ejemplo, una mayor agilidad de las operaciones bancarias?
Las dificultades son varias. No sólo porque las cosas que
vienen el medioevo están casi grabadas en piedra. Que sólo puede ser horadada
por la insistente caída de una gota. Entonces, ¿qué o quién podría ser el actor
que impulse ese goteo que rompa esa piedra?
“Las presiones van a ser grandes”, reconoció el propio
funcionario, casi en un guiño de declaración. Pero deslizó, al mismo tiempo,
que un actor como Mercado Libre bien podría desarrollar algún tipo de solución
tecnológica que apuntara en esa dirección, a un catastro digital.
Si bien son los nuevos actores digitales los que suelen
impulsar cambios de este tipo, con herramientas disruptivas, hoy hay un proceso
de transformación en este sentido. Y está siendo impulsado por los actores
gubernamentales. Aún a riesgo de generar malestares entre los actores del
status quo notarial.
No hay dudas de que recurrir a un escribano es del siglo
pasado. Más en este país. Hay provincias donde quienes logran ese título –luego
de haberse recibido de abogados- sólo pueden obtenerlo por herencia. Y hay
otros estados, como la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde hay cupos para
tener el carnecito habilitante. Algo así como la misma licencia acotada que
obtienen gremios como las de los taxistas.
Avanzar con un Catastro digital sería algo así como tener un
Uber entre los expertos notariales. Porque todo el mundo tendría acceso a los
planos, detalles, y demás información vinculado con una propiedad, sea una
vivienda, un lote, un galpón, un campo.
Demasiados costos
Cuando se avanza con una actividad de compra-venta de un
inmueble tiene que aparecer un tasador –que, según el caso, cobra por ponerle
un precio a la propiedad- y en caso de avanzar la operación, se requiere de un
escribano para dar fe pública de que eso que ocurre ante sus ojos es así. Y le
pone su firma. Que cotiza a razón de 2% más IVA sobre el valor de una
propiedad.
Si un departamento de 1 ambiente en una zona más o menos
bien ubicada a estrenar cuesta unos u$s70.000, quien le ponga su rúbrica a la
operación con un instrumento que estará muy lejos de ser un bolígrafo inventado
en la Argentina, se llevará u$s1.400. ¿Algún famoso cotizará tan alto su autógrafo?
Está claro que el escribano no se lleva ese 2% limpio, sino
que también deberá pagar todos los otros tributos involucrados en la operación.
Pero no deja de ser un porcentaje que pesa en la factura final. Si ciertos
procesos involucrados se simplificaran, se agilizaran, seguramente también
debería ocurrir lo mismo con esos gastos. Los escribanos se defienden
argumentando que los tributos y aranceles que cobran en ese porcentaje también
benefician a los actores públicos incluidos en esa operatoria.
El costo suele ser bastante elevado para aquellos que
deciden hacer el esfuerzo para avanzar en el proyecto de la casa propia. Al
igual que la serie de puestos y demás montos involucrados en transacciones de
este tipo. Los especialistas calculan que el total de todos estos extras
terminan representanimdo un 10% más del valor de la propiedad involucrada.
Y en operaciones inmobiliarias como las que impulsa el Banco
Nación, donde el objetivo es colocar créditos hipotecarios UVA para que más
personas puedan acceder a su vivienda, esos costos no son menores. Una vez más:
a los notariales se los considera del siglo pasado, aunque vengan desde más
lejos.
El tema comienza a tener visibilidad en tiempos en que desde
todos lados se busca bajar gastos, sea por impuestos, por aranceles, por la
maquinaria misma de la burocracia. Y la actividad inmobiliaria no está exenta
de todos estos vicios.
De la mano de ARBA
El deseo del presidente del Banco Nación no está lejos de
ser real. En diversos municipios del país ya se avanza en las primeras
iniciativas para tener un Catastro digital. En la provincia de Buenos Aires, la
Agencia de Recaudación (ARBA), efectuó hace unos años la cartografía
digitalizada con los distintos municipios.
La provincia hace la base cartográfica y, luego, cada
municipio agrega sus propias capas, que incluyen hospitales, escuelas y demás
tipos de propiedades. Este año, a su vez, se inició la digitalización de los
viejos planos.
En todos los casos, todos esos datos que se van volcando
tienen una parte de acceso público y otra confidencial. Para definir sus usos
se celebraron acuerdos con los 135 municipios bonaerenses y con la Escribanía
General de Gobierno. ARBA les provee información a través del programa ARBA
Municipio soportado sobre sitios de intercambio digital.
En paralelo, diversos municipios de esta provincia y de
otros estados del país ya tienen en marcha proyectos en la misma dirección. Uno
de ellos, es el de Pergamino que en mayo pasado inició el proceso de
digitalización de la cartografía de ese territorio como una manera de poner
disponibles los datos inmobiliarios de manera sencilla y al alcance de los
diversos interesados.
“Ahora estamos en el proceso de escanear las manzanas
(planchetas) y luego avanzaremos lote por lote. Va a llevar un tiempo tener todo
digitalizado pero se trata de información pública que debe estar accesible para
todo el mundo”, explicó a iProfesional, Mariano O´Brien, director de Catastro
de la Municipalidad de Pergamino.
Si bien se trata de un proyecto impulsado por la intendencia
está vinculada con la iniciativa impulsada desde ARBA. De hecho, se parte desde
la base de datos de la agencia para, luego, poner el foco en lo que hace a lo
estrictamente municipal.
“El objetivo es digitalizar para tener agilidad. Hay mucha
información en papel y en cartón que se deteriora con el tiempo, además de que
sólo lo puede ver una persona. Con esto se permitirá que más personas puedan
ver esos datos”, agregó el funcionario quien destacó que el proyecto de
Pergamino es desarrollado por el equipo de programadores, técnicos e ingenieros
del área de Modernización del municipio.
Que los datos estén digitalizados también hace a la
seguridad de la transacción inmobiliaria. Las transferencias de propiedades
deben hacerse en condiciones, expresó, y esto permite saber si los impuestos
están pagos, si los planos están completos. Todos esos datos que, cuando está
involucrada la burocracia, demandan mucho más tiempo para obtenerlos.
Claro que hay cosas que exceden la tarea administrativa. En
Pergamino ya presentaron esta iniciativa al Colegio de Escribanos, para ver
cómo se adaptan a estos nuevos tiempos.
En la provincia, por caso, el año pasado y frente a la
demanda de información por el crecimiento de los créditos hipotecarios hubo que
reforzar el área de Catastro para agilizar los trámites solicitados.
Tienen en claro que con la digitalización no alcanza y que
deben todavía incorporarse nuevos procesos para avanzar en una transformación
administrativa más profunda, que impulse más agilidad a estas operaciones.
Disponibilizar la información a los profesionales resulta
clave para cumplir con este objetivo, aunque hay tareas que son insoslayables,
como la de los agrimensores que fiscalizan si lo declarado por los
contribuyentes es así o no.
Distinta parece ser la tarea del escribano que, en este
contexto, ¿será capaz de transformarse? ¿Tenderá a desaparecer? ¿O la
resistencia que se impondrá hacia adelante será tan fuerte como las que vienen
de las asociaciones de taxis?
Por lo pronto, y tras haberse conocido las declaraciones
realizadas en el encuentro de Mercado Libre y Eidico, hubo un encuentro entre
la entidad financiera y el Colegio Público de Escribanos de la Ciudad de Buenos
Aires para conversar sobre el tema.
El tiempo dirá. Por lo pronto, para el Banco Nación,
recurrir al escribano es del siglo pasado. Y a todas las actividades, hasta la
de los escribanos, seguramente les llegará su Uber.
Fuente: Iprofesional