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Mi corazón está en Tribunales

Mi corazón está en Tribunales

Marta Isolina del Valle Rodríguez Fabio de Luchessi, tiene 75 años. Entró a Tribunales a los 19, recién recibida de maestra y posteriormente trabajadora social, aunque nunca ejerció. No se arrepiente de haber dejado de lado su profesión porque lo que le apasiona es el Derecho, estudió Abogacía hasta segundo año, le hubiera gustado terminar, pero las distintas circunstancias de la vida no se lo permitieron, es su deuda pendiente.

“Martita” (como todos la conocen en el Palacio) recuerda que, por aquel entonces, no estaba atravesando por un buen momento económico, vivía con sus abuelos ya que a sus 10 años sus padres fallecieron. Agradece a su tío quien era presidente de la cámara de diputados, que, al ver esa situación, ayudó a que entrara en el Poder Judicial.

A pesar de haber pasado tantos años, Martita, recuerda con exactitud la fecha que pisó por primera vez las escalinatas del Palacio: fue el 3 de octubre de 1968.

Sus comienzos fueron en la oficina de Paz Letrada (actualmente Documentos y Locaciones), en función de escribiente. Allí la recibieron con mucho afecto, cuenta que nunca tuvo algún conflicto porque prefiere solucionar malos entendidos: “Agradezco haber estado rodeada siempre de buena gente, y sobre todo buenos jefes”

Cuatro años después ascendieron a Marta como “auxiliar de Corte”, ubicándola en Mesa de Entrada, hasta el día de hoy. Se encarga de la parte de Civil, Comercial y Común.

Comenta, entre risas, que hace unos pocos meses le reemplazaron el sistema informático que utilizaba para la carga de datos, tenía miedo al no saber manejarlo ni aprenderlo con su edad, pero supo superar la dificultad.

Lo que más le apasiona a Martita de su trabajo es atender al público: “Amo la justica, la justicia con mayúscula. A todos le digo que la amen como yo”. Lo mejor que le dejaron todos estos años son sus compañeros y jefes, con los que mantiene una estrecha relación.

El primer recuerdo que se le viene a la mente es en sus comienzos, cuando un oficial le faltó el respeto. Le transmitió lo sucedido a su jefe, quien se encargó personalmente que lo corriera. Se sintió querida, y sobre todo respetada

Martita es muy querida en su oficina, hace unos meses estuvo de licencia por un accidente doméstico y cuenta que se dio una grata sorpresa al volver, ya que sus compañeros le transmitieron mucho afecto por haberla extrañado. “me va a costar irme, el que queda aquí se va a olvidar pronto de mí, yo no. Mi corazón está aquí con ellos” dijo con una sonrisa melancólica y una luminosidad en la mirada.



Fuente: Abogados Tucumán