Llevó un riñón del Hospital de
St. Agnes en Baltimore al Centro Médico de la Universidad de Maryland que luego
fue trasplantado a una paciente que a los pocos días fue dada de alta
Para conseguir y trasladar un
órgano que puede salvar una vida, cada minuto cuenta. Eso lo sabe muy bien el
médico Joseph Scalea, profesor de cirugía en la Universidad de Maryland, que
debió esperar 29 horas para un traslado de un órgano vital en Alabama, EEUU.
A partir de ello, Scalea lleva
años trabajando con médicos, ingenieros aeroespaciales y expertos en transporte
sanitario para crear un sistema de drones para que los traslados de órganos
sean más dinámicos, rápidos y eficientes, a fin de poder salvar una gran
cantidad de vidas.
Hoy en día, el transporte
sanitario de órganos es uno de los asuntos más complejos del mundo médico.
Pero la tecnología nos ayuda cada
vez más a enfrentar problemas complejos como estos. El 19 de abril último, un
drone llevó un riñón del Hospital de St. Agnes en Baltimore al Centro Médico de
la Universidad de Maryland.
Si bien fue un vuelo corto, de
unos tres kilómetros en línea recta, sirvió como prueba de la eficacia del
transporte de un elemento que tiene el potencial de salvar una vida.
El drone no sólo fue capaz de
garantizar la estabilidad del vuelo (cuenta con ocho rotores para ello), sino
de mantener constantes la temperatura y la presión barométrica, controlar la
altitud, contrarrestar la vibración y monitorizar constantemente la ubicación
de la heladera portátil.
La paciente que recibió el órgano
es Trina Glispy, una auxiliar de enfermería de 44 años, natural de Baltimore,
que tiene tres hijos. Después de 8 años haciendo diálisis y esperando un
trasplante, Glispy fue dada de alta a los pocos días de ser trasplantada.
Antes de este importante vuelo se
había probado transportar solución salina, muestras de sangre y otros tipos de
materiales médicos. Incluso, por lo que cuentan desde la Universidad, se había
probado con riñones vivos, pero no viables para trasplantar.
Fuente: Infobae