
De la miel sabemos que es
milenaria, que era el único endulzante en la antigüedad y que hasta Cleopatra
la utilizaba no solo para consumir sino también para mantener su belleza. Pero
¿es tan sana como creemos? La doctora Mónica Katz, presidenta de la Sociedad
Argentina de Nutrición, explica que la miel y el azúcar son muy similares:
"Ambas poseen ventajas y desventajas por lo que diría que no existe
beneficio neto de elegir una o la otra".
En la Argentina la miel es
considerada un producto de origen animal, ya que las abejas utilizan (entre
otras cosas) el néctar de las flores, las combinan con sustancias y enzimas,
reducen la humedad, la dejan madurar y la guardan en los paneles de su colmena
hasta que el apicultor recoge el producto final. Está prohibido el uso de
cualquier tipo de aditivo o sustancias químicas, dado que la miel no necesita
conservantes.
Katz explica que tanto el azúcar
como la miel son endulzantes calóricos, y ambos están compuestos por los mismos
azúcares (monosacáridos): "En el primer caso, su porcentaje es 50%
fructosa y 50% glucosa, mientras que la miel es 40% fructosa y 30 % glucosa, el
resto es agua".
Si tomamos en cuenta que la miel
contiene minerales y antioxidantes, y que su índice glucémico es menor que al
del azúcar, pareciera que la miel sigue siendo la mejor opción, pero si
contamos calorías es bueno saber que una cuchara de miel aporta 23 kcal,
mientras que la misma cantidad de azúcar aporta 16 kcal.
No hay que olvidar que la miel es
azúcar, y su consumo ya es alto en la mayoría de la población mundial. La
American Heart Association recomienda limitar el azúcar añadido a
aproximadamente seis cucharaditas por día para las mujeres y aproximadamente
nueve cucharaditas diarias para los hombres, pero el adulto estadounidense
promedio consume entre dos y tres veces más...
Fuente: lanacion.com.ar