Ya no podemos negarlo: la
contaminación por plástico se ha convertido en uno de los principales problemas
ambientales que enfrentamos en la actualidad. Sin embargo, así como fuimos y
somos sus creadores, también podemos convertirnos en su solución.
Cuando hacemos hincapié en la
urgencia de una regulación sobre los productos descartables, en la prohibición
de microplásticos en productos en los que pueden ser reemplazados, en la
sanción de una ley de envases que incluya la responsabilidad extendida al
productor y en promover una correcta separación de la basura en origen, lo
hacemos desde una urgencia extrema. De acuerdo con el último informe realizado
por la Universidad de Newcastle (Australia) sobre la ingestión de plásticos en
seres humanos, que analizó 52 casos de estudio de todo el mundo, una persona en
promedio podría estar ingiriendo aproximadamente cinco gramos de microplásticos
por semana, es decir, el equivalente al peso de una tarjeta de crédito.
Todo el plástico que estamos
desechando nos vuelve. Incontables y diminutos pedazos entran a nuestros
ecosistemas y contaminan la comida que ingerimos, el agua que tomamos y el aire
que respiramos. El plástico no desaparece, y aún no sabemos con certeza qué
tanto repercute en nuestra salud y cuáles son los potenciales riesgos
toxicológicos para los humanos.
Exigir políticas públicas
Si repasamos los datos más duros,
hay que considerar que anualmente se arrojan 8.000.000 de toneladas de plástico
al mar, y que casi la mitad de toda su producción se destina para crear
productos de un solo uso.
Con la acción del mar y el sol,
este material se va fraccionando en pedazos más chicos, identificados como
microplásticos, que son partículas de menos de cinco milímetros. Estos
microplásticos, que terminan en los océanos, contienen una gran concentración
de agentes tóxicos, conocidos por generar en las especies enfermedades que
impiden el desarrollo, producen alteraciones endocrinas y originan cambios de
comportamiento, entre otras problemáticas. El plástico ingerido por la fauna
marina persiste luego en el sistema digestivo, y provoca la disminución del
apetito, bloqueos gastrointestinales y la disminución de las enzimas,
llevándolos a padecer problemas en la reproducción y la alimentación, y en
última instancia, afectándonos a nosotros.
Científicos de la Universidad
Nacional de La Plata encontraron fibras sintéticas en los estómagos de cinco
especies de peces del estuario del Río de la Plata. Investigadores del Conicet
aseguran que estamos ante "niveles alarmantes" respecto de la
presencia de microplásticos en las aguas del río Paraná y en los peces.
En el organismo
250 gramos de plásticos ingerimos
al año: Las personas comen alrededor de 2000 partículas de plástico cada
semana, unos 5 gramos; aproximadamente, 21 gramos al mes.
1760 partículas de plástico tiene
el agua que se consume semanalmente: La mayor fuente de ingestión de plástico
en todo el mundo es a través del agua, tanto embotellada como de la canilla.
182 partículas la porción de
mariscos: Otra fuente de microplásticos son los moluscos (mejillones, almejas,
etc.) y crustáceos (camarones, langostinos, etc.). Consumidos diariamente
aportarían 0,5 gramos, ya que se comen enteros, incluido su sistema digestivo.
Les siguen en cantidad de fibras plásticas que aportan la cerveza (10) y la sal
(11).
Fuente: https://www.lanacion.com.ar/comunidad/contaminacion-plasticos-comemos-equivalente-tarjeta-credito-semana-nid2263765