Por primera vez en la historia,
el Mundial de rugby rehúye de los países centrales. Para un deporte tan
tradicional, la decisión de llevar su evento ecuménico a Japón es al mismo
tiempo una gran apuesta a la expansión y un riesgo ante la incipiente pero
relativamente escasa popularidad del deporte en oriente. Después de la
explosión de público que implicó Inglaterra 2015, llevar la Copa Webb Ellis a
Asia, por la distancia para el turismo y la diferencia horaria para la
televisación, es un desafío enorme. Del otro lado, la sistematicidad de la
cultura japonesa y el desarrollo tecnológico de ese país auguran un Mundial
como nunca se vio otro.
En el costado deportivo, los All
Blacks ven cómo su poderío está en jaque por primera vez desde que recuperaron
la corona en 2011, con la particularidad de que se puede contar otros cuatro
equipos casi en igualdad de condiciones y tres más un escalón debajo, con
posibilidades tangibles de disputarles el cetro.
Luego de que su buque insignia
pasara por todos los países que conforman la cuna de este deporte, World Rugby
realizó una arriesgada jugada en procura de romper barreras y expandir sus
fronteras. Aunque lejos de la popularidad del fútbol y el béisbol, el rugby en
Japón tiene raíces profundas. Los primeros rastros datan de fines del siglo XIX
de la mano de estudiantes universitarios ingleses, como ocurrió en casi todas
las partes del mundo donde este deporte encontró tierra fértil. La llegada del
profesionalismo le permitió desarrollar una liga poderosa alrededor de las
multinacionales, tanto que les discute las figuras a las más importantes del
mundo, como Dan Carter, Matt Giteau y Elton Jantjies.
Según el último informe de World
Rugby, de hace tres semanas, 85% de las 1,8 millones de entradas ya fue
vendido. La organización espera recibir más de 400.000 visitantes de todo el
planeta y un estudio independiente reveló que el reconocimiento del torneo en
país alcanza a más de tres cuartos de la población, unos 98,3 millones de
personas.
Quienes opten por disfrutar del
Mundial en sus casas tienen garantizada una experiencia novedosa. En las
semifinales y la final, la cobertura televisiva contará con 34 cámaras; habrá
23 o 28 en los demás encuentros. El plan de televisación ofrecerá un acceso sin
igual fuera de la cobertura de partidos, con un volumen de contenido cuatro
veces superior al de 2015, potenciado por una completa experiencia en las redes
sociales.Es decir, Japón no es un país totalmente ajeno al rugby. Este cronista
lo comprobó cuando Jaguares visitó a Sunwolves en 2016. No solamente ganaron
los japoneses, sino que además el público llenó las tribunas y vivió el partido
con intensidad. Si sirve como anticipo de lo que ocurrirá a partir del 20 de
septiembre, amplificado por la magnitud del certamen, cabe esperar un gran
Mundial en ese sentido.
Fuente: https://www.lanacion.com.ar/deportes/rugby/mundial-japon-rugby-sale-paises-centrales-tecnologia-nid2279373