Marina Vaccarezza tiene 26 años.
Luego de mucho esfuerzo, logró estudiar aviación y obtener las horas de vuelo
necesarias para tener su licencia. Los desafíos. las dificultades y los sueños
de una joven que se animó a vivir en el aire
Según cifras de distintas
organizaciones internacionales, por cada 20 aviones comerciales que atraviesan
el cielo en todo el mundo sólo uno es piloteado por una mujer. Pero Marina
Vaccarezza no le teme a las estadísticas y se ilusiona con comandar uno de esos
pronto: con gran experiencia en una actividad desafiante, ya cumplió las 900
horas de vuelo necesarias para rendir un examen y ahora espera un llamado a
concurso de alguna línea aérea.
Con 26 años, Marina pudo romper
estereotipos y alcanzó su sueño de volar, algo que la acompaña desde que era
muy chica: su padre, Ricardo José Vaccarezza, fue piloto durante cuatro
décadas. Cuando ella veía que él se iba de su casa a trabajar recorriendo el
mundo, su deseo se iba incrementando.
Pero hasta para ella, que vivía
en una casa donde conocían el oficio, las cosas no fueron nada sencillas:
cuando decidió contarle a su familia que quería ser pilotear aviones, le
respondieron de manera contundente: "No es un oficio para una mujer".
No se dio por vencida. La joven
insistió e insistió hasta que logró que le pagaran los estudios de aviación,
una carrera muy costosa que implica cursos teóricos, prácticos y horas de vuelo
que pueden llegar a salir hasta 100 dólares.
"Por suerte tuve a mis papás
que me pudieron ayudar", le cuenta a Infobae la joven, que nació en Buenos
Aires en 1993 y siempre vivió en Ituzaingo, provincia de Buenos Aires. Marina
es hija única, proviene de una casa de clase media y asegura que en este
momento no está en pareja porque "es difícil encontrar a alguien que
soporte que una esté afuera por bastante tiempo".
"Yo he tenido que volar a
veces en días festivos, tanto en Navidad como Año Nuevo, y fechas de
cumpleaños. Fue todo un sacrificio estar volando. Pero realmente es lo que yo
elijo y va más allá de todo: es lo que me apasiona", señala enfática.
— ¿Cómo fue que empezaste a
volar?
– Fue hace 8 años en la Escuela
de Vuelo Aero Chenaut. Inicialmente hice
mi primer vuelo en Luján, ahí probé volar y sentí que era lo que yo quería para
mi carrera. En Zárate hice mis primeras 40 horas de vuelo para obtener mis
alas. Después continué en la misma
escuela, hasta tener 200 horas de vuelo para obtener la licencia comercial de
avión.
— ¿Siempre soñaste con esta
profesión?
— Desde chica yo quería ser
piloto. Por mi papá saqué toda esta
pasión, de verlo a él, de que él me llevara en sus vuelos y ver la cabina.
Costó un poco que mis papás lo aceptaran porque, a pesar de que mi papá era
piloto, sabía lo difícil que era la carrera y más para una mujer.
— ¿Por qué era difícil?
— Es una carrera muy sacrificada.
Tenés que tener mucho estudio, tenés que sacrificar muchos fines de semana,
mucha vida social, y tenés que tener a la gente apropiada también que te
acompañe. Porque no todo el mundo entiende que uno tiene diferentes horarios
con respecto al vuelo.
— ¿Sufriste discriminación por
ser mujer?
— La verdad que sí, todavía
algunas personas siguen pensando de la manera antigua y no se modernizaron. Yo
tengo la misma operativa que cualquiera de mis compañeros de trabajo, tanto yo
como mis compañeras colegas pilotos. Es algo que venimos teniendo desde hace
tiempo. Es una costumbre, en realidad, no ver a la mujer en el tema aviación o
en otros rubros.
Fuente: https://www.infobae.com/sociedad/2019/09/18/la-historia-de-la-joven-que-vencio-los-prejuicios-y-pudo-volar-cumpli-mi-sueno-de-ser-piloto-ahora-quiero-llegar-a-una-linea-aerea/