Desde el
momento en que se originó el brote de COVID-19 en todo el mundo, Argentina
estableció una serie de medidas para mitigar el contagio como ser: aislamiento
social obligatorio, cierre de fronteras, reprogramación de deudas,
bonificaciones extraordinarias, entre otras.
Dichas
acciones, en conjunto con los cambios sociales, afectaron la capacidad
productiva de las empresas al interrumpir las cadenas de abastecimiento e
impactaron la gestión de recursos. Por otro lado, los hábitos de consumo
también cambiaron como consecuencia de la situación actual por restricciones de
movilización o un gasto administrado.
Como
resultado de esta coyuntura, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y otros
organismos proyectaron una caída del PBI local de casi 10% para este año,
recuerda el último informe de la consultora PwC.
Con el
fin de medir el impacto global de la crisis e identificar acciones de
recuperación, PwC realizó una encuesta global (CFO Pulse) a más de 850 líderes
empresariales y los resultados evidencian una preocupación generalizada por el
impacto de la situación, pero también ponen de manifiesto las oportunidades de
transformación del negocio que la “nueva normalidad” va a generar.
Más del
85% de los encuestados considera que la crisis sanitaria tendrá un impacto
negativo y directo en sus resultados incluyendo la operatividad, liquidez y
gestión de recursos.
Sin
embargo, más del 40% mantiene una perspectiva positiva sobre la resiliencia de
su empresa para recuperarse en los tres meses siguientes al fin de la crisis,
siendo las industrias más optimistas las de tecnología, servicios públicos,
salud, y actividades extractivas. Por último, la encuesta revela la convicción
de los líderes para proveer ambientes seguros y confiables para sus clientes y
colaboradores con respecto al nuevo escenario.
Reducir
costos ya no es una opción y las estrategias se vuelven más complejas dada la
velocidad de los cambios en este contexto. Es así como los abordajes
tradicionales de reducción de costos (recortes discrecionales) se ven destinados
al fracaso. En medio de niveles récord de incertidumbre, los líderes
empresariales se enfrentan a decisiones diarias sobre cómo manejar la crisis e
implementar estrategias de recuperación. Las iniciativas de reducción de costos
representan más del 80% de acciones a considerar por los encuestados, sin
embargo, sólo un tercio de estas acciones alcanza sus objetivos. Entonces nace
la pregunta: ¿Cómo aseguramos que los programas de reducción de costos sean
exitosos?
Cómo y dónde
El
abordaje debe estar basado en las preguntas clave: ¿Qué hacemos?, ¿Dónde?,¿Cómo
y qué tan bien los hacemos?
En
nuestra experiencia, un programa de reducción estratégica de costos cuenta con
cuatro pasos fundamentales para alcanzar los objetivos:
Primero,
se requiere una estrategia coherente con el entorno del mercado y consistente a
través de toda la organización. Sin tener una estrategia clara, los ejecutivos
invertirán tiempo y recursos en múltiples capacidades que no aportan al
crecimiento de la empresa.
Segundo,
es necesario identificar cuáles son las capacidades mínimas indispensables en
el mercado, las diferenciadoras y únicas de la empresa, y las actividades que
no agregan valor diferencial. Al tener mapeadas las capacidades
diferenciadoras, las compañías podrán focalizar sus esfuerzos de reducción en
las áreas no críticas y tener un mejor resultado sin perjudicar el crecimiento
de largo plazo.
El tercer
paso es el más exhaustivo y consta en reducir las actividades que no agregan
valor a través de variadas iniciativas como el outsourcing, automatización de
procesos, racionalización del portafolio, presupuestos base cero o rediseño del
modelo operativo. Otra alternativa que permitirá optimizar la liquidez y
rentabilidad es la evaluación del nivel de endeudamiento actual y para llegar a
uno óptimo, debemos analizar los ciclos de efectivo y renegociar deudas con
base en nuestra operación – esta última es fundamental en tiempos de crisis.
Por
último, es necesario plasmar los cambios funcionales en el modelo
organizacional y crear un programa integrado de transformación. Ello nos
permite la ejecución de las iniciativas de manera ágil al alinear cultura,
objetivos e iniciativas en reducción de costos con la estrategia.
“Un programa transformacional de reducción de
costos permitirá aumentar la liquidez y maximizar utilidades sin quitar músculo
para el crecimiento futuro de la empresa. Ello se podrá lograr alineando el
programa en torno a las capacidades diferenciadoras y rediseñando la
organización con un claro enfoque e identidad para llegar a un crecimiento
sostenible”, destaca Ariel Fleichman, socio de Strategy&, firma de PwC.
Fuente: https://mercado.com.ar/empresas-negocios/oportunidades-que-trae-la-nueva-normalidad/