El muchacho estaba en una gruta del Gauchito Gil cuando motociclistas
armados le dispararon en la ingle; murió desangrado La víctima iba a ser padre
en cuatro meses y estaba construyendo un módulo para vivir con su familia en el
terreno de sus padres.
“Yo estaba durmiendo. Escuché los disparos pero pensé que eran cohetes.
Unos minutos después vino una vecina a decirnos que le habían disparado a mi
hijo”, cuenta Néstor Lucena. Su hijo Eduardo
Sebastián recibió un balazo en la ingle el lunes a la
noche y llegó en grave estado al Hospital Padilla. Resistió dos paros cardíacos
y algunas horas. A las 16 del martes murió.
Elba Paris es la madre de la víctima, que tenía
27 años. Se encuentra al lado de su esposo con una foto de su hijo. La imagen
es reciente: se la tomaron el sábado pasado, antes de que fuera a un cumpleaños
con su mujer, embarazada de cinco meses. Los padres están descansando en el
frente de su casa en Barrio Chañaritos después de enterrar a su hijo. Sus
recuerdos del día en que lo hirieron son confusos. Ninguno recuerda la hora,
pero tienen una referencia: “nos avisaron después del partido de River”.
Según
cuenta la pareja, su hijo había ido hasta la gruta del Gauchito Gil esa noche,
en la calle Juan Padrós entre Frías Silva y Pellegrini. “Llegaron unos hombres
en moto. Comenzaron a hacer tiros al aire. Uno de ellos hirió a mi hijo”,
cuenta el padre.
Ninguno
de los dos sabe por qué agredieron a su hijo, pero tienen la versión de una
vecina que incluso se presentó como testigo ante la Policía.
“Eduardo
estaba con algunos amigos en la gruta el lunes a la noche. Llegaron ocho
individuos en motos. Ellos preguntaban por una moto mientras disparaban al
aire”, les dijo la mujer, que fue testigo del hecho. Uno de los disparos no fue
al aire, sino a la entrepierna de Eduardo. El joven empezó a perder mucha
sangre, por lo cual finalmente murió.
“No tenía problemas”
Lucena quiere dejar algo bien en claro: “No fue ningún ajuste de
cuentas, como suelen decir todos cuando no se sabe qué pasó. Somos personas
sanas, de trabajo. Mi hijo no tenía problemas con nadie. Ese disparo no era
para él. Él se levantaba todos los días para entrar a trabajar a las 7, de
pintor, y nunca volvía antes de las 19. Vivía en concubinato con su mujer a dos
cuadras de nuestra casa y estaban esperando familia. Todavía no sabemos si es
una nena o un varón. Tenía miles de amigos. Si hubieran visto lo que fue el
acompañamiento, fue multitudinario”, relata.
Según los
padres, una empresa de ómnibus en la que trabaja un primo de la víctima puso
tres colectivos para el acompañamiento del féretro. “Además hubo motos y autos.
Eran cientos. La caravana fúnebre tenía tres cuadras. Era muy querido, no tenía
enemigos”, completa Paris, entre lágrimas.
El dolor del adiós
“Estamos sentados acá afuera y tenemos la sensación de que él va a
llegar de trabajar en un par de horas. Él vivía acá a dos cuadras con sus
suegros pero nosotros en el fondo le estábamos haciendo un módulo para que
venga con su familia. Su mujer está destrozada. Ya le dijimos que si quiere
venir a vivir con nosotros lo puede hacer sin problemas”, relata Paris antes de
ir a buscar un cuadro con una foto en la que su hijo aparece de traje.
“Se
quería sacar una foto antes de salir ese día y ahora esta imagen la terminamos
usando hoy en el velorio”, explica sin consuelo al volver.
Confianza en la Justicia
Los padres de la víctima señalan que, pese a los rumores que circulan
por el barrio, no saben quiénes son los que hirieron a su hijo. Ahora esperan
que el caso no quede impune.
“Creemos
en la Policía y creemos en la Justicia. Queremos que se haga justicia. A lo
mejor a esta hora los padres de los asesinos están pensando ‘mirá vos lo que
pasó’ y no saben que esa basura que lo mató es hija de ellos”, cierra la charla
Lucena.
Fuente: http://www.lagaceta.com.ar/nota/673065/policiales/ocho-hombres-motos-rodearon-joven-hicieron-tiros-al-aire-lo-mataron.html