De
esta forma, la brecha se redujo casi 10 p.p., pasando de la zona del 70% al
cierre de enero a 60% en febrero. Como si todo esto fuera poco, el Banco
Central compró más de US$ 560 millones de Reservas en el mercado oficial,
estirando a US$ 750 millones sus compras netas en lo que va de 2021.
Mirando
esta foto, pareciera que las cosas marchan muy bien en el frente cambiario: los
dólares están calmos y la autoridad monetaria compra divisas, puntualiza el
último informe de la consultora Ecolatina.
Sin
embargo, a pesar de que el Banco Central acumuló reservas en el mercado
oficial, éstas se mantuvieron prácticamente inalteradas a nivel agregado. Para
peor, las reservas netas cayeron más de US$ 400 millones en el mes, quedando
muy cerca de los US$ 4.000 millones.
¿Qué
pasó en el medio? Por un lado, hubo un pago de US$ 300 millones al FMI a
comienzos de febrero, que deterioró el poder de fuego del Banco Central. Por el
otro, la cuenta “Otros”, con un movimiento históricamente acotado, sufrió una
caída de casi US$ 370 millones -las operaciones de efectivo mínimo con los
bancos explican la diferencia con el saldo final-. Aparece así el primer punto
a resolver: las intervenciones de la autoridad monetaria incluyen cada vez más
compras de títulos públicos en dólares con divisas que “salen” de las reservas
netas.
Por
lo tanto, dado que la calma de comienzos de año en los mercados paralelos se
explicó mayormente por las intervenciones de las entidades públicas, la misma
tuvo un costo creciente, en tanto la compra de divisas en el mercado oficial no
revirtió el deterioro de las reservas a nivel agregado. Por otro lado,
especialmente en la segunda parte del mes pasado, las ventas de dólares billete
por parte de los privados alcanzados por el impuesto a las grandes fortunas
complementaron a la oferta pública en los mercados paralelos, relajando un poco
las necesidades de intervención del Banco Central. No obstante, este influjo
puntual es esporádico y no permanente, de modo que en el corto plazo
desaparecería.
¿Qué podemos esperar entonces para
los próximos meses? ¿se puede cumplir la meta del Presupuesto, que incluye un
tipo de cambio oficial apenas por encima de los $ 100 a fin de año? ¿a qué
costo?
A
partir de marzo, la dinámica del dólar oficial empezaría a parecerse cada vez
más a la de los anteriores años electorales. Dicho de otra manera, a partir de
marzo, el dólar oficial iría quedando cada vez más lejos de la inflación, que
posiblemente también se desaceleraría, influida en parte por la menor tasa de
depreciación. En este marco, aunque complicada, la meta cambiaria del
Presupuesto es alcanzable: una suba de 13% del dólar oficial durante los diez
meses restantes del año, equivalente a 1,4% mensual.
Más
aún, si bien el objetivo mencionado por Martín Guzmán pone a diciembre 2021
como horizonte, entendemos que las chances de atrasar al dólar hasta las
elecciones de octubre -verdadero objetivo- son todavía mayores. Sin embargo,
estos “logros” no se alcanzarían sin algunos ajustes previos.
Por
un lado, la salida de la cosecha gruesa en un mundo de precios altos de
commodities fortalecerá la liquidación de divisas por exportaciones en los
meses venideros, especialmente entre abril y julio. De esta manera, el Banco
Central tendría algo de oxígeno “genuino” para calmar al dólar oficial en el
corto plazo. Sin embargo, en un contexto de alta inflación (4% en diciembre y
enero, por encima del 3% en febrero), para planchar a la divisa hace falta una
mayor oferta neta.
Las
idas y vueltas en las negociaciones con el FMI marcan que, al menos por ahora,
no habrá fondos frescos por la vía financiera para el sector público; por el
contrario, posiblemente haya desembolsos netos. Además, un riesgo país en la
zona de 1.500 puntos básicos descarta cualquier posibilidad de toma de deuda
con acreedores privados. Por último, casi ninguna inversión productiva es
rentable para remitir utilidades en tanto los dólares se valúen a 90 pesos para
la venta y a 140 para la compra. Por lo tanto, si las tensiones recrudecen en
la previa electoral habrá que ajustar por el lado de la demanda.
Luego
del endurecimiento del cepo de septiembre del año pasado, la compra de dólares
oficiales para ahorro pasó a ser despreciable, de modo que endurecerla no
reportaría un mayor excedente. Asimismo, los pagos de deuda pública a
organismos internacionales -no hay compromisos con privados-, que rozan US$
7.000 millones antes de octubre, se cubrirían en buena medida harían con los
Derechos Especiales de Giro que el FMI repartiría en las próximas semanas a los
países asociados.
En
este marco, restringir importaciones con criterios más cambiarios que
productivos sería, otra vez, el camino a transitar frente a las mayores
presiones. El crecimiento económico de este año traerá mayores necesidades de
compras externas; sin embargo, es probable que una parte de estas, o bien tenga
que comprarse con “dólares propios”, o bien no pueda ser satisfecha,
especialmente en los rubros “de lujo” o “no esenciales”.
De
esta forma, es probable que el gobierno logre controlar al tipo de cambio
oficial, pero no mediante una recuperación de la confianza que genere un avance
genuino y sostenible en el tiempo, sino endureciendo los controles a las
importaciones.
Esta
decisión conllevaría algunos costos en materia de inflación, en tanto un “dólar
propio” cuesta 140 pesos, a la par que uno comprado en el mercado oficial
cuesta 90. En simultáneo, podría generar algunos problemas de abastecimiento en
diversos mercados: no se puede trasladar toda la suba de costos a los precios,
por lo que varios bienes podrían dejar de importarse.
Alcanzado
este punto, vale recordar que la política de atraso cambiario en años
electorales es una costumbre en nuestro país: se adoptó en 2011, 2013, 2015 y,
también, en 2017. Sin embargo, hay algunas diferencias importantes con esos
años. Por un lado, entre 2011 y 2015, el dólar quieto se sustentó en un stock,
las reservas netas, que promediaban los US$ 15.000 millones en marzo de esos
años. Como dijimos más arriba, al momento, esta variable ronda los US$ 4.000
millones, de modo que no alcanzará para contener las presiones: para eso se
usarán las agrodivisas y las restricciones a las importaciones, es decir,
flujos. Por este lado, entonces, la estrategia es más arriesgada.
Además,
se intentará “planchar” al dólar oficial con una inflación y una brecha mayores
a los del período 2013-2015 (en 2011, al no haber cepo, no había brecha). Esta
decisión también implica mayores riesgos, en tanto la diferencia entre el tipo
de cambio oficial y el paralelo es un incentivo para posponer las ventas,
adelantar las compras, subfacturar las exportaciones y sobrefacturar las
importaciones, es decir, a reducir la oferta neta de divisas en el mercado
oficial.
Como
si todo esto fuera poco, en 2021 el rojo fiscal será mayor al del período
2011-2015. En consecuencia, es probable que las necesidades de emisión y el
exceso de liquidez también lo sean. Esto implicará un mayor exceso de pesos,
capaces de presiones sobre los dólares paralelos y ampliar, todavía más, la diferencia
entre las cotizaciones.
Sin
embargo, no son todas negativas. Por un lado, el tipo de cambio real es
sensiblemente más alto que durante el segundo gobierno de Cristina Kirchner, de
modo que los problemas de pérdida de competitividad serían menores. A la vez,
por esta razón, el salario en dólares se pulverizó en los últimos años, de modo
que las menores necesidades de importaciones y el mayor superávit comercial
también aportan algunas señales de tranquilidad.
En
resumen, podemos afirmar que la calma de mercado cambiario es solo aparente: al
analizar la dinámica de las reservas netas esta tranquilidad se diluye. El
poder de fuego del Banco Central está demasiado golpeado como para sostener las
intervenciones en los mercados paralelos pasados algunos meses. Por lo tanto,
el dólar oficial podría avanzar lentamente en los próximos meses y el Palacio
de Hacienda alcanzar su objetivo de un dólar oficial apenas por encima de los
100 pesos para fin de año, pero este logro sería una victoria pírrica: se
volvería insostenible por los propios esfuerzos realizados para alcanzarlo.
Fuente: https://mercado.com.ar/mercados-finanzas/dolar-a-100-pesos-para-fin-de-ano-es-eso-imposible/